Hay miles y miles de películas de terror, que fácilmente pueden abarcar desde un terror antiguo y casi imaginativo hasta el terror moderno, que es más sangriento. Mientras que antes se usaba más la insinuación, los gritos y desmayos; ahora es más frecuente los gritos sumados con un buen chorretón de ketchup.
Aunque sea joven, he crecido viendo las películas de vampiros de Christopher Lee, y debo decir que me encantan. El género de vampiros es un género espectacular, aunque atrás han quedado aquellos obras maravillosas para dar lugar a los vampiros modernos de la horripilante saga de Crepúsculo, cuya película le hace toda la justicia al libro: los dos son una mierda.
Antes la leyenda seguía viva: Drácula, Frankenstein, el hombre lobo,... Ahora nos intentan asustar con música alta y un tío con un hacha. Que por muy muerto que esté no deja de ser un tío con un hacha, ya el hacha corta pero para ¿qué cojones tienes las piernas sino es para correr?
En el cine de terror más moderno, que bebe directamente de directores como John Carpenter o Wes Craven; es bastante bueno, con un estilo espectacularmente terrorífico y siempre adornando cada escena con un toque de color rojo.
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